14 julio 2008

que apenas sé dónde estoy

Si ai perdut mon saber
qu’a penas sai on m’estau,
ni sai d’on ven ni on vau,
ni que·m fauc le jorn ni·l ser;
e soi d’aital captinensa
que no velh ni posc dormir,
ni·m plai viure ni morir,
ni mal ni be no m’agensa.

(Ponç d’Ortafà, c.1170-c.1246)


La traducción de Martín de Riquer: “He perdido tanto mi saber, que apenas sé dónde estoy, ni sé de dónde vengo ni a dónde voy, ni que hago de día ni de noche; y soy de tal condición, que ni velo ni puedo dormir, ni me place vivir ni morir, ni me agradan bien ni mal”. Y esta versión mía, deudora de la suya, en la que, entre otras cosas, no he podido salvar ni esos fascinantes níes ni esos noes:

Tanto he perdido el saber
que apenas sé dónde estoy;
no sé si vengo o si voy,
ni qué hago o dejo de hacer;
y mi condición es tal
que odio velar y dormir;
vivir me duele y morir,
y el bien desprecio y el mal.

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12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pues lo siento por Martín de Riquer: con todos mis respetos, y a pesar de las deudas, sólo puedo decir que no hay color.
Un abrazo

15 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Gracias, Antonio, pero no estoy de acuerdo. Las traducciones literales de Martín de Riquer sirven de gran ayuda para la lectura directa de los trovadores, que es de lo que se trata. Se propone eso y lo cumple a la perfección.

15 julio, 2008  
Blogger Juan Antonio González Romano said...

Hay varias formas de traducir: la traducción directa, elemental (que no sencilla) para entender el texto, y la traducción poética, que intenta rescatar no sólo el sentido de las palabras, sino también su ritmo, su musicalidad, su esencia formal. Y ahí, querido Julio, comparto lo dicho por Antonio. Leyendo la traducción de Riquer, entendemos el texto y no perdemos de vista que se trata de una traducción de un poema. Leyendo tu traducción, leemos un poema.

15 julio, 2008  
Blogger AFD said...

Magnífica tu traducción.

15 julio, 2008  
Blogger Hernán Díaz de Leyre said...

Callida iunctura, usando términos latinos: su traducción y la de Riquer se complementan en una hermosa simbiosis que nos acerca el original.
Un saludo y gracias,
Hernán

15 julio, 2008  
Blogger FPC said...

Pues qué decir... gusta la cadencia de original aun sin saber pronunciar bien... y gusta, y mucho, la traducción en poema y no sólo en significado: se nota la mano del poeta, y su aliento. Ni que decir tiene que Riquer nos ayuda a comprender el texto, pero lo tuyo lo (de)vuelve poesía. Gracias.
Un abrazo

16 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

A mí, como a Hernán, me parece que las dos traducciones están bien y son necesarias y complementarias: el propio Poeta reconoce que no puede salvar ni los níes ni los noes en su verso, y sin embargo están en la prosa ruda y clara del Filólogo -que en esto traduce no sólo el concepto, sino también un leve vestigio de musicalidad-. Quizás, en el fondo, la poesía es intraducible y sólo podemos de ella hacer versiones o interpretaciones. Juan Antonio dice bien que leyendo tu traducción leemos un poema... pero quizás ya no es el mismo. Lo cual, sin embargo, tampoco es una pérdida sino más bien una ganancia, pues antes teníamos un poema y ahora tenemos dos y no me gustaría renunciar a ninguno de ellos...

16 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por vuestros generosos comentarios. La verdad es que yo defiendo, para ciertas lenguas y ciertas ediciones, el tipo de traducción de Martín de Riquer. Una traducción exacta, que le sirva de guía a un lector culto.

17 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Creo recordar que tu traducción de los poemas de la Vita Nuova es, como dices, exacta. Hablo de memoria.

17 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Los traduje en prosa, Antón, buscando la mayor correspondencia posible entre las palabras. Digamos que es una traducción literal con algunas concesiones rítmicas. Podría haber sido más exacta.

17 julio, 2008  
Blogger Eduardo del Pino said...

Esto más que un comentario es una pregunta, por si alguien quiere opinar.

Si ya es difícil traducir cualquier poesía, mucho más la poesía greco-latina antigua. El ritmo en este caso se basaba en la cantidad silábica, y quizás los destinatarios (que serían oyentes) la percibían como alteraciones en el tono musical.

Me gustaría saber del casual lector de este comentario, cuál sería la mejor traducción castellana de poesía latina que ha leído.

20 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Para la pregunta de Eduardo del Pino:
seguro que lo conoce: Menéndez Pelayo recoge una amplia "bibliografía hispano-latina clásica" en sus obras completas (CSIC, vols. V y VI). Allí se pueden ver auténticas perlas -como una traducción del Beatus ille horaciano al bable, que empieza "Dichosu el que sin tratos nin contratos / como antaño viviin, la reya mete / nes tierres de so pá, con armentios / de suyo, e sin pagar usura y rentes..." (Juan María Acebal 1878, o.c. VI, 236)-. También se puede constatar la fecundidad literaria de la traducción de poesía a poesía, y lo arduo que resulta. Y uno termina concluyendo que, para hacerlo medianamente bien, además de empaparse de Horacio hasta el tuétano, uno debe aspirar a ser fraile, llamarse Luis y vivir en Salamanca en el siglo de oro.
Algo análogo había ya pensado el Latino: "Pindarum quisquis studet aemulari..."
Un saludo y feliz verano.

31 julio, 2008  

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